¡Buenos días!
He pensado que voy a ir analizando brevemente cada uno de los relatos de este blog, hablando más allá de la propia historia, algo así como el trasfondo. Quiero que conozcáis a los personajes, saber qué piensan y cómo actúan. Espero que os guste.
Y hoy me apetece compartir con vosotros un relato que hice hace un tiempo y con el que intenté acercarme, con cautela y desde el desconocimiento, a un tema tan delicado como es la superación del duelo en los niños. O cómo los más pequeños pueden afrontar algo tan duro como es la pérdida de un ser querida y lo que ello conlleva: tristeza, depresión...
Aprovechando que recientemente lo hemos tratado en clase, en Didáctica, y lo he querido compartir también en el aula virtual de la asignatura con todos mis compañeros y profesora Cristina.
En el texto Desde el cielo, Marga, una niña de apenas ocho años, hará frente a algo tan complicado como es el futuro fallecimiento de su abuelo. Éste, alguien que ha dado la vida por su nieta junto a su esposa, se ha volcado desde el mismo momento en que llegó al mundo. Han sido para la pequeña Marga un modelo a seguir y dos figuras esenciales en su corta vida. Y a tan sólo un par de años del fallecimiento de su abuela, Marga tendrá que aceptar, desde un punto de vista infantil e inmaduro aún, que su abuelo algún día tendrá que partir también. Es algo que rechazará en todo momento, pues ella no concibe aún la posibilidad, no cree que vaya a ocurrir nunca.
Y ahora os dejo con el relato, espero que lo disfrutéis. Un fuerte abrazo y feliz sábado.
Un olor a cítrico envolvía la estancia en la que se encontraba el anciano. Una mesa camilla, una estantería y unas sillas conformaban todo el mobiliario de la misma. Removiendo el café con su tradicional cuchara de plata, ya desgastada por el paso de los años,tomó el mando del televisor. No conseguía decidirse, cada canal le parecía más aburrido. Al findecidió dejar a la mujer del tiempo soltar su larga retahíla de predicciones meteorológicas.Auguraba durante los próximos días cielos nublados y algún que otro chaparrón. Tras desearlebuen fin de semana a sus oyentes, la presentadora dio paso a los deportes.
Desde su mecedora vio a la pequeña Marga, que venía saltando por el pasillo. Se paró frente aldintel de la puerta con los brazos en jarra, y exclamó:
̶ ¡Mira, abuelo! ̶ Se giró sobre sí misma para poder mostrarle las trenzas ̶ . ¿Has visto qué largo tengo el pelo?
̶ Ya lo creo, ya. ̶ afirmó el anciano ̶ . ¿Se puede saber a dónde vas tan guapa?
̶ ¡Mamá y yo vamos a ir al parque esta tarde!
La niña dio una vuelta para lucir su nuevo vestido. Observó entonces a su nieta. Qué rápido habían pasado los últimos ocho años. Aún recordaba las noches en vela que había estado junto a ella cuando apenas tenía unos meses. Era quien le preparaba el biberón a altas horas de la madrugada. Ambos padres trabajaban, por lo que sólo él podía encargarse del cuidado de Marga. Si bien es cierto que también estaba la familia paterna; pero mientras continuara en este mundo, no dejaría a su única nieta en manos de aquellos despiadados.
Se quitó las gafas y pasó el pañuelo de tela por sus ojos. Se emocionaba al recordar tiempos pasados. Con una sonrisa invitó a la chiquilla a sentarse sobre su regazo.
̶ ¿Y esta herida? ̶ preguntó el abuelo.
̶ Me he caído esta mañana en el cole ̶ respondió, despegando una tirita de colores de su rodilla.
̶ Bueno, ¿y te duele?
̶ ¡Ni he llorado! ̶ exclamó la niña orgullosa de su valentía.
El anciano soltó una carcajada y acarició con delicadeza las trenzas de Marga. En ese momento se dio cuentade que había llegado la hora de contárselo a la pequeña. Sin poder evitar que su voz se quebrara ligeramente, le formuló una pregunta:
̶ Sabes que la abuela siempre está a tu lado, ¿verdad?
̶ Ella está ahí arriba ̶ aseguró Marga, señalando al techo.
̶ Cuando la necesites no tienes más que llamarla, en cualquier momento.
La pequeña bajó la cabeza y comenzó a jugar con su pulsera de cuentas. Su abuelo le alisó el vuelo de su vestido y musitó:
̶ Si algún día me fuera yo con ella, también podrás llamarme a mí.
̶ Pero abuelo... tú no puedes irte todavía..., ¿a que no? ̶ afirmó Marga, comenzando de pronto a hacerpucheros.
̶ Shh..., no llores, cariño. ̶ Pasó el pañuelo también por el rostro de la niña ̶ . Yo...como la abuela, tengo que marcharme...
Marga parecía asustada. Comenzó a gimotear sin dejar de obsevar a su abuelo.
̶ Deberás cuidar de mamá y de Roco ̶dijo el anciano, desviando la vista hacia el can que yacía a su lado ̶ . Séque lo vas a hacer muy bien. Eres una niña buena y responsable.
Cuando te sientas triste o tengas miedo, sólo cerrarás los ojos . Ahí estaremos la abuela y yo para ayudarte.Cuidaremos de vosotras desde ahí, mira ̶ articuló, mirando al cielo ̶ . Marga, estoy muy orgulloso de ti.
̶ Os quiero mucho, abuelito.
̶ Y nosotros a ti, bella flor.
La pequeña Marga se enjugó las lágrimas. El disgusto fue reduciéndose despacio hasta quedar sólo en un leve sollozo. Se tumbó sobre el pecho del anciano y cerró los ojos. Acompasando su respiración a los latidos del corazón de su abuelo, quedó sumida en un profundo sueño.
MARTA MORALES