viernes, 5 de febrero de 2016

Relato por capítulos: 1/4 Una historia para contar

¡Hola, lectores! A continuación os dejo un relato que presenté como trabajo final de clase. En él la protagonista cuenta cómo llegó a plantearse unos propósitos para el nuevo año y la experiencia que vivió consiguiéndolos. Espero que os guste.

Parte 1 de 4

            Querido/a lector/a, si estás leyendo este cuaderno significará que al fin lo has encontrado, buscándolo o no. Así pues coge asiento; leerlo te tomará un tiempo. No obstante, espero y deseo que con él aprendas. Que mi experiencia te sirva como ejemplo, como ayuda en un futuro próximo. Por ello y mucho más te invito a que hagas lo mismo que yo: que dejes constancia de tus actos. Y ahora te voy a dar algunos consejos: no dejes que nada te pare, sé crítico y consecuente, y lo más importante, hagas lo que hagas, sé feliz.

Sin más dilación, a continuación te relato mi historia. Lo que un día me propuse y conseguí.



            De nuevo, la tradición llamaba a mi puerta aquel 31 de diciembre. Mi familia y yo nos juntábamos en una fecha tan señalada para celebrar la entrada del nuevo año. Estos días se traducían inevitablemente en comilonas, consumo a última hora y reuniones. Pero no todo eso era lo que caracterizaba estos días tan especiales, también el compartir momentos con los míos, desconectar de la rutina y la promesa de nuevos propósitos para el año que estaba a punto de entrar. Pero aquella vez sería diferente. Esos propósitos no quedarían en el olvido, como cada año ocurría.

            Mi reloj marcaba las seis de la tarde cuando desperté de un profundo sueño. Debía apresurarme, aún tenía muchas tareas pendientes. Preparar algunos canapés para llevar a la cena, que tendría lugar en unas horas, arreglarme y echar gasolina, eran algunas de ellas. Sin olvidar, por supuesto, realizar las últimas compras de los regalos de Navidad. Juguetes para los pequeños. Perfume o joyas para los mayores. Consumo, consumo y más consumo para todos. A pesar de disfrutar como la que más la compañía en familia, las celebraciones y los regalos; en realidad, renegaba de una fecha como aquélla. ¿Por qué no se podían hacer los regalos en marzo, sin motivo alguno?¿Por qué esperábamos a Navidad para juntarnos todos? Era algo que no llegaba a comprender, pero como tradición que era, había que hacerlo.

            Engullí de un solo bocado lo que me quedaba de merienda y me fui desvistiendo hasta llegar a la ducha, donde dejé que el agua caliente desentumeciera cada centímetro de mi cuerpo. Con el albornoz puesto, me planté frente al armario donde escogí la ropa para la cena de Nochevieja: una blusa de color rosa palo y unos pantalones oscuros. Tomé los bártulos, intentando no olvidar nada y dejé mi casa por un día, sin saber que al regreso mi vida habría dado un importante cambio.

            Y llegado el momento de brindar por un año nuevo al menos igual de bueno que el presente, llegó con él el momento de los propósitos. Ni más ni menos que promesas, cambios y mejoras. Aquéllas que la mayoría de las veces no se tomaban en serio. Aquéllas que siempre quedaban en un "yo creía..." o simplemente quedaban en un segundo plano. Entonces decidí que en mi caso iba a ser distinto. Yo misma me reté a cumplirlas y actuar en consecuencia de esos actos.

            Tomé un cuaderno y un bolígrafo y me senté a meditar qué clase de cosas quería cambiar o mejorar en mi vida. Cómo podía contribuir con mi granito de arena, cómo crecer como persona. Así pues, dejé mi mente fluir y comencé a enumerar:



 
MARTA MORALES REGACHO 
 
Y en unos días... ¡la continuación!
 

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